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Para una semana que tengo hechos los deberes, viene David Bonilla y habla de una cosa muy interesante que siempre la he tenido rondando la cabeza y que suelo comentar con mis compañeros. Dejo de lado el post que tenía preparado para esta semana y procedo a dar mi punto de vista sobre cómo se comportan las empresas con respecto a los beneficios y posibles recortes en tiempos difíciles.
Durante mi carrera, aunque no muy longeva, he tenido la suerte o la desgracia de pasar ya por varias empresas. Todas me han ido aportando cosas y me han hecho ver cómo funcionan de forma interna en los tiempos buenos y malos. Está claro que no todas las compañías son iguales y que dentro de mi experiencia ha habido unas mejores que otras, pero al final, siempre me han recordado que tú no sueles ser la prioridad de la empresa.
David habla en su post, que a su vez referencia una reflexión de Steve Blank, de los ejemplos en los que las empresas empiezan a recortar ciertos gastos, como por ejemplo las bebidas gratis en la oficina, y los ingenieros reaccionan yéndose al poco tiempo de la empresa. De forma muy acertada, se hace ver que si aislamos un concepto como las bebidas gratis, es un poco ridículo y orgulloso que alguien pueda dejar la empresa por ese motivo. Salvo que tengas un problema con la Coca Cola, todo el mundo trabaja por un salario y estos complementos nos hacen estar más a gusto.
El problema viene cuando se identifican las razones por las que se toman estas decisiones. Habrá mil razones pero según lo que he visto, reducir gastos no suele ser porque las cosas vayan bien. Para mí, el problema no viene de recortar dinero de donde se pueda sino que suele venir acompañado de una falta de transparencia por parte de las capas más altas que no están visibilizando por qué se toman ciertas decisiones. Me han justificado muchas veces que si se comunicasen todas los problemas que existen, podría crear un clima en el que los empleados empezasen a abandonar el barco por temor a que todo reviente. Puede que al final no pase nada y esas decisiones se auto validen con un “es que no queríamos preocuparos para nada”. La falta de transparencia nunca beneficia al empleado. Punto.
Cuando trabajas para una empresa, en la práctica, firmas un contrato para cambiar tu tiempo por el dinero de dicho empleador. Sin embargo, pocas veces se habla de que estás ligando tu futuro al futuro de esa empresa. Tener un contrato vigente y con ciertas condiciones afecta sin ir más lejos a las condiciones que te dan en una hipoteca, o incluso que tengas acceso a ella. Por lo tanto, no tener información acerca de por qué se están tomando ciertas decisiones que huelen a chamusiquina, puede tener más consecuencias que simplemente quedarte sin tu dosis de azúcar gratis.
Durante estos 10 años aproximadamente, he vivido situaciones similares prácticamente en todas las empresas. En la primera empresa en la que viví un layoff, algo que no es agradable para nadie incluso aunque no te afecte, todo el mundo vio señales que al final acabaron en este desenlace. Cuando entré en esta empresa, había muchas cosas chachis asociadas a la oficina: desayunos con Manolitos cada cierto tiempo, fruta gratis todos los días, bonus por desempeño, todos los cafés que quieras… Salvo el café, que como todo el mundo sabe es indispensable para que funcione el cerebro de un programador, todas las cosas fueron desapareciendo. Lo primero en caer fueron los desayunos. Se aprovechaba cada X meses para informar de cómo iban las cosas en la empresa y de los proyectos que se iban ganando. Ese día, que coincidía con los viernes habitualmente, se charlaba amigablemente y salvo cosas concretas como apagar fuegos, no era un día muy productivo. La cantidad de comida y Manolitos que había en esos desayunos se fue reduciendo de forma proporcional a los ingresos esperados que tenía previstos la empresa en cada trimestre. Las cajas de fruta fueron silenciosamente reducidas en el tiempo y acabaron teniendo la misma suerte. Por último, tras reducir al máximo los costes en servidores y comunicar que ese año no había bonus porque no se habían conseguido unos objetivos a nivel de empresa (en los que el departamento de ingeniería poco podía hacer), empezó la escabechina. Ese día, vi desfilar por la sala grupal a 9 de mis compañeros que salían con cara triste y un sobrecito en la mano. La empresa no era muy grande así que fue un buen palo. Tras eso, el clima se enrareció y además de los despidos, unos 7 ingenieros más nos fuimos yendo de la empresa poco a poco.
En mi caso, no fueron Coca Colas pero la situación fue la misma. Estas señales suelen conllevar una toma de decisiones por detrás que acaba desencadenando en cosas peores. Obviamente, si hay que elegir entre quitar las bebidas gratis y despedir a una persona, todos preferiremos que nuestro equipo se mantenga intacto. Hay que saber comunicar este tipo de decisiones y dar la libertad a la gente de que decida qué es lo mejor para ella. Esta empresa se resguardaba en frases de mierda como “somos una familia y tenemos que remar todos juntos” para justificar la ausencia de bonus cuando había malos tiempos. Esta empresa también se olvidó de dar Stock Options a los empleados (algo que se llevaba reclamando mucho tiempo) cuando todo era luz y color. Ya sabéis, la familia; para lo bueno y para lo malo.
Tras aguantar bastante tiempo, más de lo que debería haber estado, abandoné la empresa justo un mes después de que me subieran el sueldo. Tras dos años y medio trabajando en la empresa sin ningún aumento de salario, aunque en teoría se revisaban anualmente, me subieron 3000 euros el sueldo, lo cual me pareció completamente insuficiente tras todo lo que habíamos “remado” y cómo estaba el mercado. En menos de un mes, tenía una oferta sobre la mesa de un 51% más de lo que cobraba en ese momento. Tras aceptar la oferta y recibir unas miraditas de desaprobación, lo más gracioso fue que ese último mes no cobré con el sueldo actualizado ya que según ellos no había aceptado el aumento al irme de la empresa. En fin, detalles…
Aunque me he centrado en esta empresa, estas situaciones se han dado más veces. Aprovecharé para escribir algún que otro post relacionado ya que es interesante profundizar en otra de ellas. Lo importante de todo esto es que esos detalles siempre están ahí. No se puede criminalizar a la gente porque abandone el barco siguiendo lo que más le conviene ya que en la mayoría de los casos, eres un simple grumete dentro de un barco que no es tuyo. Ya sean Coca Colas, Manolitos o la vuelta forzada a la presencialidad en las oficinas, estas decisiones tienen consecuencias más allá de reducir los costes de ese momento. Si eres una empresa, mi opinión es que comuniques todo de la mejor forma posible y harás que la gente entienda tus decisiones. Si eres un empleado, piensa en ti y no te sientas mal por abandonar una empresa si crees que no es el sitio en el que te conviene estar.
Nos vemos!
Ningún empleado va a llegar a dueño de la "familia" por "remar a favor" ;)